La forma de enfrentar nuestra relación con los productos que consumimos presenta dos posibilidades: la que se fundamenta en el hasta ahora clásico concepto de usar y tirar y la que acude a modelos del pasado que procuraban girar en torno a la reutilización. Durante las últimas décadas la primera fórmula se impuso en nuestros usos y costumbres pero, de un tiempo a esta parte, y azuzada por la crisis climática, la segunda opción se revela ya no como una posibilidad, sino más bien como la opción necesaria para preservar el futuro del planeta.
Más allá de la conciencia ecológica, la economía circular se presenta como uno de los pilares de la reactivación en España, ya que la paulatina transformación hacia este incipiente modelo abrirá nuevos nichos de negocio y aportará resiliencia al aliviar nuestra dependencia del exterior en un momento de incertidumbre en cuanto a la disponibilidad de materias primas.
Es más, se calcula que si los principios de circularidad se aplicaran en toda la economía de la Unión Europea, el PIB comunitario podría aumentar en un 0,5% adicional de aquí a 2030 y se crearían unos 700.000 nuevos puestos de trabajo de los que al menos un 10% podría generarse en España.
Sin embargo, el concepto de las 3R sobre el que pivota la economía circular (reducir, reutilizar y reciclar) todavía no está demasiado integrado en la sociedad española. Nuestro país recicla apenas el 24% de sus residuos, una cifra muy alejada de la media europea que se sitúa en el 36%.
Por ello, el Gobierno ha diseñado una serie de estrategias que permitan impulsar este sistema productivo diseñado para limitar tanto la entrada de los materiales como la producción de desechos vírgenes. Entre ellos destaca el Perte de Economía Circular que el Consejo de Ministros aprobó el pasado mes de marzo. El plan está destinado a acelerar la transición hacia un sistema productivo más eficiente y sostenible en el uso de materias primas que pretende dar cumplimiento a los objetivos de la Estrategia Española de Economía Circular para el año 2030 y posicionar al país como un referente en este ámbito.
Tres objetivos fundamentales
El proyecto apuesta por los tres objetivos fundamentales para el avance de la economía circular en la industria española: el fomento del ecodiseño de los productos para hacerlos más duraderos y reparables desde su mismo origen; la mejora de la gestión de residuos mediante plantas de tratamiento que incrementen la reutilización y el reciclado e incorporen materias primas recuperadas a la producción de nuevos bienes, y el impulso de la digitalización vinculada a los dos puntos anteriores que permitirá optimizar la competitividad e innovación de todo el tejido industrial.
Para lograr estos objetivos, el Gobierno destinará 492 millones de euros en ayudas. Asimismo, está previsto que se movilicen recursos por más de 1.200 millones entre inversión pública y privada desde este año y hasta 2026.
De lo general a lo particular
El plan se compone de 18 instrumentos distribuidos en dos líneas de acción: estrategias transversales y actuaciones en sectores clave.
La primera de ellas está específicamente dirigida a los procesos productivos. En este sentido, incorpora un programa de ayudas para el impulso de la circularidad en el ámbito de la empresa que pretende mejorar la competitividad y la innovación del tejido industrial a través de cuatro categorías: reducción del consumo de materias primas vírgenes; ecodiseño; gestión de residuos, y digitalización.
Las medidas contempladas en el plan se encuadran principalmente en la componente 12 del Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia (PRTR). Sin embargo, van más allá y permean otros componentes del plan generando sinergias con otros proyectos estratégicos en ámbitos como la construcción; la agricultura; la gestión hídrica; la energía y las renovables; el turismo y el empleo verde.
Esta línea activará ayudas a las empresas por valor de 100 millones de euros en una primera convocatoria y cuenta con capacidad para ampliarse en otros 92 millones adicionales en función de la acogida y demanda.
La otra línea de actuación, financiada con 300 millones de euros, ha sido diseñada para impulsar la implantación de esquemas circulares en tres industrias que abordan serios retos de sostenibilidad en nuestro país: textil-moda, plástico y energías renovables.
Productos textiles
La industria textil, una de las más importantes del país, plantea retos ambientales debido al impacto que provoca su modelo de producción y consumo rápidos.
Para mejorar su competitividad a nivel internacional y ofrecer al consumidor productos seguros, de alta calidad y asequibles, el Perte actuará para facilitar la incorporación de materias primas con bajo impacto, invertirá en tecnologías e infraestructuras que faciliten la reutilización y el reciclaje e impulsará medidas para mejorar la trazabilidad de productos y materiales.
Los bienes de equipo
Componentes como las palas de los aerogeneradores eólicos, paneles fotovoltaicos o baterías de almacenamiento deberán integrarse en un esquema de producción y reutilización circular. Por ello, el plan fomentará el ecodiseño de estos productos asociados al sector de la energía limpia.
En lo relativo a las baterías, el Perte permitirá financiar instalaciones de tratamiento, que faciliten la recuperación de materiales valiosos como el litio o el ion litio, y también el desarrollo de sistemas para dar una segunda vida de las baterías procedentes de la movilidad eléctrica que pueden emplearse para otros usos.
Fuente: El Economista