A la crisis climática generada por el ser humano, que está haciendo que las temperaturas planetarias alcancen niveles récord desde que existen registros fiables —arrancan en el siglo XIX—, se le une ahora El Niño, un fenómeno que caldea determinadas zonas del océano Pacífico y que acaba teniendo repercusiones globales. “Se espera que en los próximos meses se instaure un episodio de El Niño, que ejerce un efecto de calentamiento. Sumado al cambio climático causado por las actividades humanas, elevará las temperaturas mundiales hasta límites desconocidos”, ha advertido este miércoles el secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Petteri Taalas. “Esto tendrá repercusiones de gran alcance para la salud, la seguridad alimentaria, la gestión del agua y el medioambiente. Tenemos que estar preparados”, ha añadido a través de un comunicado Taalas, el máximo responsable de este organismo dependiente de la ONU y que agrupa a los principales servicios meteorológicos del planeta.
En el lado opuesto a El Niño está el fenómeno de La Niña, que contribuye a moderar las temperaturas. “El efecto de enfriamiento ejercido por las condiciones de La Niña durante gran parte de los últimos tres años frenó temporalmente la tendencia al calentamiento a más largo plazo”, ha explicado la OMM. “No obstante, el episodio de La Niña terminó en marzo de 2023 y, según los pronósticos, en los próximos meses se instaurarán condiciones características de un episodio de El Niño”, añade esta organización.
Los expertos tienen en la cabeza un año: 2016. En aquel momento, El Niño estaba en pleno apogeo y 2016 se convirtió en el año más cálido en el planeta desde que comenzaron los registros fiables en el siglo XIX: la temperatura global se situó 1,1º por encima de la registrada en la era preindustrial. “Hay un 98 % de probabilidades de que, en al menos uno de los próximos cinco años, se supere el récord de temperatura alcanzado en 2016, cuando se produjo un episodio de El Niño excepcionalmente intenso”, ha señalado la OMM este miércoles.
Esta es una de las conclusiones del informe Global Annual to Decadal Climate Update (Boletín sobre el clima mundial anual a decenal) que elabora la Organización Meteorológica Mundial junto al Servicio Meteorológico del Reino Unido (Met Office), y en el que participan también las agencias de otros países como España, Estados Unidos, Canadá, Noruega, Italia, China y Alemania. Cada año, empleando modelos informáticos, se realiza un análisis sobre la evolución de las temperaturas durante un lustro (en este caso 2023-2027) teniendo en cuenta el efecto del calentamiento global generado por el hombre y las variaciones naturales del sistema climático. Y en cada edición las previsiones empeoran y se pronostican temperaturas más altas.
El punto que se toma como referencia cuando se habla de cambio climático es la media de la temperatura de la superficie del planeta en el periodo comprendido entre 1850 y 1900, es decir, antes de que comenzara la explosión industrial que llevó a quemar de forma masiva los combustibles fósiles, principales responsables de las emisiones que sobrecalientan el planeta. En 2022, la temperatura media global superó en aproximadamente 1,15 grados Celsius el promedio de ese periodo preindustrial. El Acuerdo de París establecía como objetivo que el calentamiento no superara los dos grados y, en la medida de lo posible, se quedara por debajo de los 1,5. Ahora el informe del Met Office y la OMM advierte de que hay “un 66 % de probabilidades de que la temperatura media mundial anual en superficie supere transitoriamente en más de 1,5 grados los niveles preindustriales durante al menos uno de los próximos cinco años”.
Esto no implica que se pueda considerar que se ha incumplido ya la meta más ambiciosa del Acuerdo de París, porque la superación de esa barrera no debe ser puntual, sino estable y durante un periodo mayor de tiempo. Pero sí supone una seria llamada de atención sobre el camino que ha tomado la humanidad y que conduce en las próximas décadas a dejar en papel mojado el pacto si no se produce un cambio drástico. Para ello es necesario que se reduzcan urgentemente las emisiones de efecto invernadero, cuyos principales responsables son los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), como advertía la última gran revisión científica del IPCC, el panel de expertos en cambio climático de la ONU.
“Nos movemos en la dirección incorrecta”, ha advertido Taalas en una conferencia de prensa posterior al lanzamiento del informe. “El cambio climático sigue avanzando”, ha añadido. Además, el secretario general de la OMM ha puesto el foco en la situación especialmente “dramática” del Ártico, una región del planeta que se está calentando a un mayor ritmo que el resto del planeta. El análisis de la OMM apunta a un calentamiento en el Ártico “desproporcionadamente alto”. “En comparación con la media de 1991 a 2020, se prevé que la anomalía de temperatura en el Ártico sea más del triple que la anomalía media mundial”, añade este estudio. Y esta situación, a su vez, puede contribuir a alimentar más el calentamiento global, como temen algunos expertos.
Fuente: El país