Los objetivos marcados por Naciones Unidas (ODS), la neutralidad de carbono en 2050, la volatilidad de la energía y la indudable necesidad de un tejido industrial cada vez más competitivo son catalizadores de la transición hacia modelos energéticos, productivos y de gestión más inteligentes, eficientes y sostenibles.
A ello hay que sumar la coyuntura actual y contexto energético que está movilizando y acelerando de manera vertiginosa los planes de acción vinculados a esta transformación, obligando a las compañías a reconvertirse y apostar por estrategias de negocio fuertemente condicionadas por parámetros de sostenibilidad, eficiencia energética y digitalización.
Innovación tecnológica
En este sentido, la tecnología, la innovación y la toma de decisiones estratégicas juegan un papel fundamental, constituyendo así mismo una oportunidad para España, para consolidar su liderazgo tecnológico a nivel europeo, fortalecer el crecimiento económico sostenible y generar empleo de alto valor (la Organización Internacional del Trabajo – OIT estima que la transición hacia una economía baja en carbono generará en el país en torno a 300.000- 500.000 empleos netos).
Una revolución tecnológica y económica que también atraerá capital e inversión, forzosamente necesarios para poder asumir los altos costes que supone llevar a cabo esta transformación energética y digital.
Fuente: El periódico de la energía