Gran parte del «exceso de calor» almacenado en el Atlántico Norte subtropical se encuentra en las profundidades del océano (por debajo de los 700 metros).

Los océanos han absorbido alrededor del 90 % del calentamiento causado por los humanos y el 62 % del calentamiento de 1850-2018 se mantiene en las profundidades del océano. Se estima que las profundidades del océano se calentarán otros 0,2 °C en los próximos 50 años.

El calentamiento de los océanos puede tener una variedad de consecuencias, incluido el aumento del nivel del mar, cambios en los ecosistemas, las corrientes y la química, y la desoxigenación.

El océano absorbe el exceso de calor

A medida que el planeta se calienta, es vital comprender cómo el exceso de calor absorbido por el océano se redistribuye en el interior del océano desde la superficie hasta el fondo, y es importante tener en cuenta las profundidades del océano para evaluar el crecimiento del ‘desequilibrio energético’ de la Tierra.

Océanos conectados

Se estudió el sistema de corrientes conocido como Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico (AMOC). Este sistema funciona como una cinta transportadora, transportando agua tibia desde los trópicos del norte, donde el agua más fría y densa se hunde en las profundidades del océano y se esparce lentamente hacia el sur. Los hallazgos resaltan la importancia de la transferencia de calentamiento por parte de AMOC de una región a otra.

El exceso de calor de los océanos del hemisferio sur se está volviendo importante en el Atlántico Norte, que ahora representa alrededor de una cuarta parte del exceso de calor.

Ralentización sin precedentes

Un estudio alerta que “cantidades de calor sin precedentes” están entrando en el océano Ártico a través del estrecho de Bering, “especialmente durante los meses de verano”, con el desequilibrio que esto puede introducir en zonas claves del planeta, y varios trabajos indican que la circulación del Atlántico norte sufre una ralentización sin precedentes.

Si continúa induciendo el calentamiento global, la corriente del Golfo seguirá debilitándose hasta un 34 %-45 % hacia 2100 y ello podría acercar peligrosamente a un punto de no retorno en el que el flujo se vuelve inestable.

Las consecuencias de este cambio se pueden manifestar de muchas maneras en los dos lados del Atlántico. En Europa, esta ralentización puede incrementar el número de eventos extremos modificando la trayectoria de las tormentas que entran desde las aguas atlánticas y aumentando su intensidad. También se incrementarán las olas de calor en verano y disminuirán las precipitaciones en este época del año.

Fuente: Ambientum