Los suelos agrícolas contienen el 31% de los stocks de carbono de los suelos de la UE y aún hay potencial para almacenar más carbono. Este potencial oscila entre 9 y 24 Mt CO2-eq/ año. Dependiendo de la evolución incierta de los escenarios climáticos, políticos, económicos y técnicos.

Sobre el potencial de los suelos agrícolas para secuestrar carbono e incrementar esta capacidad. Es fundamental recuperar y proteger las turberas del norte y noreste europeo para frenar la pérdida de carbono asociada a su explotación agraria es la segunda recomendación clave del informe.

La Unión Europea pretende alcanzar la neutralidad climática en 2050, de modo que la suma de emisiones y secuestro de gases de efecto invernadero (GEI) sea igual a cero. Transformar el sector agrícola, cuyas emisiones representan el 11% de las emisiones totales de GEI en la Europa de los 27 (429 Megatoneladas de CO2-eq) es clave. No solo para mitigar el cambio climático, sino también para garantizar nuestra seguridad alimentaria en unas condiciones ambientales cada vez más extremas.

Dependiendo de la evolución incierta de los escenarios climáticos, políticos, económicos y técnicos. Para hacerlo posible se propone: Regenerar los suelos más pobres de Europa ―los del área sur y del Mediterráneo― que han perdido su materia orgánica con la intensificación agrícola. Y, por otro lado, recuperar y proteger las turberas del norte y noreste europeo, para que no pierdan su enorme cantidad de carbono secuestrado debido a su explotación agraria.

Toneladas de carbono secuestrado bajo los cultivos de la UE

Los suelos agrícolas de la UE hay entre 34 Gt (Gigatoneladas) de carbono orgánico secuestrado en los primeros 20 cm de suelo. Y 75 Gt si contamos los primeros 30 cm de suelo.

Esta cantidad se distribuye heterogéneamente a escala geográfica dependiendo del clima, el tipo de cultivo, la geología y la historia de uso. Aproximadamente el 31% de este carbono orgánico se encuentra en suelos agrícolas (9,3% en los pastos y el 21,4% en tierras de cultivo). Y alrededor del 25% en las turberas, aunque estas apenas ocupen el 6% de la superficie terrestre europea.

¿Cómo evolucionará todo este carbono en un futuro?

En términos generales, los suelos del norte y del noreste europeo son los más ricos en carbono. Alrededor del 50 % del carbono orgánico total de nuestros suelos se encuentra en Irlanda, Finlandia, Suecia y el Reino Unido. Mientras que los países del sur son generalmente los más pobres en carbono orgánico. Como es el caso de Polonia, Portugal, Italia, España, Grecia y Hungría.

¿Cómo evolucionará todo este carbono en un futuro?

Contestar a esta pregunta es muy difícil. Puesto que la evolución del carbono almacenado dependerá de la evolución del clima y de los cambios en el uso del suelo. A grandes rasgos, en base a estos dos factores, las simulaciones prevén que la reserva de carbono va a crecer en los suelos más ricos. Mientras que los suelos actualmente más pobres se seguirán empobreciendo.

Hay margen para almacenar más carbono

Cada tipo de suelo tiene una capacidad concreta y limitada de secuestrar carbono. Este hecho, que podría parecer un problema, también es una oportunidad: los suelos de la zona sur y mediterránea de la UE. Los más pobres en carbono, son a su vez los que tienen más capacidad de almacenamiento. En este sentido, si se cambiara la gestión actual por una gestión centrada en el secuestro de carbono. Y en la regeneración de la fertilidad. Habría un potencial de secuestro de 67,5 Mt CO2-eq para las tierras de cultivo de la UE.

A este potencial de secuestro hay que añadirle el potencial de reducción de emisiones en los suelos que ya son muy orgánicos y ricos en carbono, como las turberas. Desde este punto de vista, se apela a re-naturalizar el cultivo bajo inundación de las turberas del norte de Europa. Y así evitar que se sequen y degraden. La restauración e inundación de estas turberas incrementaría en 54 Mt CO2-eq el potencial de mitigación europea para el periodo 2020-2050.

Cuando las turberas se desecan para explotación agrícola o ganadera, se producen emisiones netas de GEI a la atmosfera. Las turberas están cada vez más degradas y secas en Europa. Que mantengan la capacidad de almacenar carbono es vital en la lucha contra el cambio climático.

Turberas

Estas aproximaciones son alcanzables teniendo en cuenta que sean coste-efectivas (que conllevan un gasto inferior a 100 euros por tonelada de CO2 secuestrado). Y por ello, se diferencia las acciones posibles (potencial técnico) de las factibles (potencial alcanzable). En ambos casos, se confirma que el secuestro de carbono en los suelos agrícolas es una opción rentable.

Sobre el potencial técnico, para reducir las emisiones en todo el sector agrícola, del campo a la mesa, hay que tener en cuenta que la mejora en la gestión del estiércol. Y la mejora de la gestión de los suelos agrícolas representaría más de un 55% de todo el potencial técnico de mitigación posible. Este potencial técnico da una idea de la gran oportunidad de mejorar los suelos agrícolas como secuestradores de carbono.

Agricultura que cuida y regenera la tierra

Las emisiones agrícolas de GEI disminuyeron en 108 Mt de CO2-eq entre 1990 y 2018, pero que esta reducción se produjo entre 1990 y 2005. La tasa de emisión se ha mantenido estable desde entonces. Lograr nuevas reducciones sustanciales requerirá cambios significativos en las preferencias alimentarias. También las prácticas agrarias y las políticas agrícolas.

Retos

El reto es doble: por un lado, mejorar la calidad de los suelos del sur de la UE y del Mediterráneo para que aumente su capacidad de secuestro de carbono. Por el otro lado, proteger y recuperar las turberas, para que no pierdan sus reservas. Como la agricultura orgánica, la agroforestería, la agricultura regenerativa o la paludicultura en las turberas.

Todas estas prácticas cumplen el doble fin de promover la fertilidad a la vez que facilitan el secuestro de carbono. Además, incluyen reducir el laboreo en los campos, aumentar la cobertura verde del suelo, que mantiene la humedad y protege de la erosión. Aumentar la diversidad de plantas o fertilizar con materia orgánica natural, como estiércol o compost, entre otros.

Agricultura de precisión

La agricultura de precisión, que no se traduce necesariamente en un mayor secuestro de carbono. Pero que podría contribuir a reducir el aporte de fertilizantes minerales. En particular de nitrógeno amoniacal, lo que podría ser positivo para evitar la acidificación del suelo. Y la emisión de carbono de los suelos carbonatados. Un 44% de las emisiones globales del sector agrícola provienen de la fertilización nitrogenada, que provoca emisiones de N20.

Asimismo, si se quiere conseguir un aumento significativo del secuestro de carbono, habrá que gestionar grandes superficies agrícolas. En este sentido, las correspondientes compensaciones a los agricultores pueden resultar inasequibles para los organismos públicos. Por ello hay que pensar en acciones complementarias por parte de los actores privados. Y las asociaciones público-privadas como la creación de mercados de carbono.

Fuente: Ecoticias