En agosto de 2021 se publicó la contribución del primer grupo de trabajo del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), enfocada en los aspectos físicos del cambio climático. Este informe evidenció que es indiscutible que la actividad humana es la causante del cambio climático actual, el cual se manifiesta en cambios sin precedentes en miles o millones de años, como aumentos de temperatura, ascenso en el nivel del mar, derretimiento de glaciares, e incremento en frecuencia e intensidad de eventos climáticos y meteorológicos extremos.
Este es el primer informe del IPCC que muestra de forma clara que el clima está siendo afectado en todas las regiones del planeta como consecuencia de la actividad humana asociada a la quema de combustibles fósiles y al cambio en usos de suelo.
Estos cambios se han traducido de formas muy diversas entre regiones y se verán fortalecidos durante las próximas décadas si no hay reducciones inmediatas, rápidas, sostenidas y de gran escala en las emisiones de gases de efecto invernadero como dióxido de carbono, metano, entre otros.
El sexto ciclo de reportes del IPCC continuó con la publicación de la contribución del segundo grupo de trabajo en febrero de 2022, la cual se centra en el análisis de los impactos, la vulnerabilidad y la adaptación al cambio climático. Este documento presenta evidencia científica inequívoca que demuestra que el cambio climático es una amenaza al bienestar de la humanidad y la salud planetaria, y que cualquier retraso en acciones globales concertadas cerrará la estrecha ventana de acción para asegurar un planeta habitable en el futuro.
Nuestra región
Para Latinoamérica, el sexto ciclo del IPCC evidencia que Centroamérica, Sudamérica y el Caribe son regiones altamente expuestas, vulnerables e impactadas por el cambio climático, lo que se ve amplificado por aspectos estructurales como: inequidad, pobreza, crecimiento poblacional, alta densidad poblacional, cambios de uso de suelo (particularmente la deforestación que ha conllevado a pérdida de biodiversidad en la región), degradación de suelos y alta dependencia de las economías locales y nacionales de los recursos naturales para la producción de servicios.
En particular, Latinoamérica ha experimentado impactos en la producción agrícola, la pesca tradicional, la seguridad alimentaria y la salud humana, debido a la mayor frecuencia y severidad de sequías y la consecuente disminución de disponibilidad de agua en algunas regiones.
Un ejemplo de ello es la reducción de precipitación que ha afectado la producción agrícola en regiones como los Andes tropicales y el Corredor Seco Centroamericano. Asimismo, la migración humana emerge como una problemática en los Andes, el nordeste de Brasil y los países del norte de Centroamérica, debido a la interacción entre diferentes aspectos del clima con elementos sociales, geopolíticos y económicos. Especialmente, las sequías, las tormentas tropicales y huracanes, las lluvias torrenciales y las inundaciones son la principal causa de migración por cambio climático en la región.
Este reporte muestra que cerca de la mitad de la población humana a nivel global experimenta actualmente escasez severa de agua en algún momento del año. En este sentido, la intensificación de eventos climáticos y meteorológicos extremos en numerosas regiones ha generado la exposición de millones de personas a una escasez aguda de comida y agua, particularmente en África, Asia, Centro y Sudamérica, pequeñas naciones insulares (como el Caribe) y el Ártico.
La salud humana está siendo afectada por el cambio climático en cada región del planeta, con la ocurrencia de muertes durante periodos de calor extremo debido a una mayor intensidad de las olas de calor inducidas por la actividad humana. Las regiones urbanas también experimentan impactos del cambio climático, particularmente la salud, la vida y los bienes de más de la mitad de la población humana que vive en ciudades y áreas urbanas, así como los sistemas de transporte, y sistemas esenciales como abastecimiento de agua y energía se han visto comprometidos por el cambio climático.
Estos impactos se ven magnificados en ciudades, por ejemplo con la ocurrencia simultánea de olas de calor y episodios de mala calidad del aire. Dentro de la población urbana, aquellas personas que viven en asentamientos informales son las más afectadas.
La agricultura, el sector forestal, la pesca, la energía y el turismo están dentro de los sectores expuestos al clima que han experimentado pérdidas económicas.
Entre 3,300 y 3,600 millones de personas asentadas en África oriental, central y occidental, el sur de Asia, Centro y Sudamérica, pequeñas naciones insulares y el Ártico se encuentran dentro de las más vulnerables ante el cambio climático. En estas zonas críticas, aspectos como los altos niveles de pobreza, el débil liderazgo institucional, la escasez de financiación, la poca credibilidad en los gobiernos, y el acceso limitado a servicios sanitarios, de agua y de salud, entre otros, generan una alta vulnerabilidad de las poblaciones humanas.
En los países donde esto ocurre, se ha evidenciado que las muertes por inundaciones, sequías y tormentas durante la última década han sido 15 veces más altas que en regiones y países de mayor resiliencia. Esto resalta la necesidad de justicia climática, término discutido por primera vez en un reporte del IPCC.
Este sexto ciclo resalta que los riesgos asociados al cambio climático se incrementarán y se harán más complejos de gestionar en la medida en que superemos el umbral de 1.5 °C (límite planteado por el Acuerdo de París); sin embargo, dichos impactos no podrán eliminarse completamente aunque no sobrepasemos este aumento de temperatura. Por ejemplo, aún para un nivel de calentamiento global de 1.5 grados, se esperan aumentos en los riesgos de pérdida de biodiversidad en ecosistemas terrestres y marinos, incrementando la cantidad de personas afectadas. No en vano, nos encontramos en proceso de la primera extinción de especies como consecuencia del cambio climático. Estos riesgos son mayores en regiones que experimentan las mayores temperaturas, y en las poblaciones humanas asentadas en zonas costeras, en regiones de alta montaña y de glaciares y en zonas ribereñas.
El ascenso en el nivel de mar incrementa el riesgo de inundaciones que afectan poblaciones humanas asentadas en ciudades costeras y regiones insulares, así como incrementa el riesgo de que ecosistemas costeros y de zonas bajas sean inundados y sumergidos por el mar.
Si se alcanza un calentamiento global de 2º C, aumentarán los riesgos de afectaciones a la seguridad alimentaria, por lo que personas en África subsahariana, el sur de Asia, Centro y Suramérica y pequeñas islas experimentarán escasez de alimentos para el año 2050, lo que conllevará a malnutrición, exacerbando aún más la situación ya crítica en varios países de África oriental. Además, para el año 2050 aproximadamente mil millones de personas que habitan ciudades y otros asentamientos costeros estarán expuestas a riesgos asociados al aumento en el nivel del mar y otras amenazas climáticas.
Las acciones son insuficientes.
Si bien las acciones de adaptación han aumentado a lo largo de los últimos años, el progreso es inequitativo y la adaptación no se está dando a la velocidad necesaria. Hay brechas existentes y en crecimiento entre las acciones de adaptación implementadas y las acciones que realmente se requieren, particularmente en poblaciones con bajos recursos económicos.
Este reporte resalta que si continuamos con el ritmo actual de planeación e implementación de estrategias, la brecha de adaptación continuará en aumento, lo que generará una vulnerabilidad aún mayor de las poblaciones humanas y de los ecosistemas más afectados. En este sentido, un punto fundamental presentado por primera vez en este reporte es que la energía intensiva, la urbanización con poca planeación, la escasez de financiación y la implementación de estrategias con un enfoque centrado únicamente en soluciones de “ingeniería dura” exacerban la vulnerabilidad en comunidades ya marginadas.
El reporte muestra que existen opciones efectivas y factibles de adaptación que pueden reducir los riesgos de las personas y la naturaleza, pero la efectividad de dichas estrategias disminuye en la medida en que las temperaturas globales continúen aumentando, lo que enfatiza la importancia de la mitigación del cambio climático.
Finalmente, el llamado fundamental de esta segunda contribución al sexto ciclo del IPCC muestra que no vamos por buen camino para alcanzar un mundo resiliente al cambio climático.
Las decisiones y acciones que se implementen durante la próxima década serán fundamentales. Si excedemos 2° C de calentamiento global, no será posible tener condiciones adecuadas en muchas regiones del mundo, como en ciudades costeras, pequeñas islas, desiertos, y regiones de montaña y polares. Por tanto, requerimos acciones urgentes de cooperación internacional y de asistencia para la movilización financiera, así como estrategias adecuadas de mitigación.
Fuente: La estrella de Panamá.