Los océanos han contribuido desde hace 50 años a reducir los efectos del calentamiento global porque absorben el 40% de las emisiones de dióxido de carbono del planeta, así como el 90 por ciento del exceso del calor que se queda atrapada en la atmósfera. El océano Antártico domina la captación de calor de los océanos, en parte por la configuración geográfica de la región.

El efecto de los vientos occidentales en el océano Antártico

Una de las razones es que los vientos occidentales que soplan con fuerza en la Antártida provocan desplazamientos de las aguas frías a la superficie y las empuja hacia el norte, donde absorben grandes cantidades de calor de la atmósfera antes de hundirse a las profundidades marinas cerca de la Corriente Circumpolar Antártica.

Pero un estudio advierte de que este calentamiento de las aguas ya está pasando una factura muy cara a la humanidad dado que se necesitarán miles de años para que ese calor atrapado en sus profundidades marinas sea devuelto a la atmósfera terrestre.

El nivel del mar aumenta, los glaciales se derriten, los ecosistemas experimentan estrés por el calor y aumenta la frecuencia de los eventos climáticos extremos.

Derretimiento de las plataformas de hielo

Los científicos también prevén que pesar de que el océano Antártico representa un 15% de la masa oceánica, su calentamiento producirá alteraciones de la red alimentaria de esa región, así como el derretimiento de las plataformas de hielo de la Antártida, entre otros hechos que repercutirán en todo el mundo.

Lo que es preocupante, que analiza el rol de los océanos en la absorción del calor en los últimos 50 años mediante modelos, es que las proyecciones científicas más optimistas -con un escenario de calentamiento global de 1,5 grados-, suponen un calentamiento de los océanos.

Por ello, si el océano Antártico sigue siendo el responsable de la mayor parte de la captación de calor hasta el año 2100, podríamos ver cómo su calor aumenta hasta siete veces más de lo que ya hemos visto hasta hoy.

Fuente: Ambientum